De poco le sirvieron a Cristina, sus clases de grafología. Su historia de amor con Cariño, su marido, se había escrito altenando Times New Roman número 12 y frecuentes sms.
El primer día que tuvo ocasión de ver su firma, se hallaban firmando el contrato de matrimonio. Al ver el rayajo informe que acababa de garabatear, sintió un nudo en el garganta. Desde ese día, le obligó a comunicarse siempre por escrito.
A él, inicialmente aquello le pareció una excentricidad sin importancia. En el fondo, se sentía halagado.
-Cariño, adoro tu letra. Quiero que me escribas siempre a mano.
Y Cariño se pasó la luna de miel utilizando el bloc de notas del hotel, para decirle: “¿Te apetece que nos demos un baño?” “¿A qué hora quieres... Resto del texto en Libro de Notas
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