07 febrero 2010

Empatía frugal

Miro por la ventana e intento abandonar recuerdos sobre las ramas que pasan veloces al otro lado del cristal.

Por megafonía, anuncian el nombre de la próxima parada. No presto atención, no es la mía. Pero un hombre desaliñado se levanta.

Minutos antes, alguien ha tirado las sobras de un bocadillo vacío en el suelo, pensando que quizá el resto nos abalanzaríamos sobre ellas como bestias hambrientas. Pero no es ese tipo de hambre la que nos habita y el pan ha rodado de pie en pie, reduciéndose a migajas y polvillo.

El hombre desaliñado, acostumbrado quizá a caminar cabizbajo, mira obsesivamente los despojos como si temiera que se le echasen encima en cualquier momento. Calza unas botas con suela de marcados dibujos y arrastra los pies, intentando agrupar las migas que, burlonas, se escabullen entre las hendiduras de goma y reaparecen al otro lado sin a penas cambiar de posición.

Un niño llora desconsolado. Temo que le haya salpicado alguna de mis memorias desahuciadas.

El hombre desaliñado blasfema y patea el suelo, como si a fuerza de intimidación pudiera limpiarlo y sentirse, también él, algo más puro.

Momentos después, un pitido intermitente previene la apertura de las puertas y una ráfaga de viento frío renueva el aire del vagón.

Él se apea.

Respiro hondo.

Deja tras de sí los restos de pan en el suelo y unas migajas de compasión en nuestros ojos hambrientos de afecto.

05 febrero 2010

A Dios rogando


Hoy mi plegaria quiere reivindicar: 

Que no nos tome más el pelo. 

Que no aumente la edad de jubilación para que los ejecutivos de banca puedan prejubilarse a los 53 años.

Que obligue a los bancos a rescatarnos, igual que nos obligó a nosotros a rescatarlos a ellos con nuestros impuestos y con las crecientes comisiones. 

Que no incumpla de nuevo otra promesa electoral y no suba los impuestos.

Que no permita que me multen por utilizar una lengua oficial y no la otra ¡collons! 

Que legisle de forma coherente para que los que roban cumplan condena y sus botines no desaparezcan en paraísos fiscales.

Hoy mi plegaria quiere reivindicar protección divina, pues si nuestro Presidente ateo se dedica a la oración es que la cosa está incluso más jodida de lo que parece. Eso, o que piensa intercambiar papeles con Rouco Varela quien, puestos a pedir milagros, me inspira más confianza.