15 marzo 2008

SI BEBES...

see you in hell

Parece que el Vaticano acaba de lanzar al mercado una nueva gama de pecados capitales. Consumir drogas, atentar contra el medio ambiente o la acumulación de riqueza son algunas de las novedades que ha puesto a disposición de los pecadores.

Me pregunto si ha sido a petición de Satanás, que perdía cuota de mercado. Es posible que, al igual que hacen algunos mandatarios, hayan sacado las nuevas normas con el objetivo inmediato de recaudar (almas, en este caso).

O quizá hayan hecho un estudio para detectar tendencias y han llegado a la conclusión de que a los pecadores de hoy hay que incentivarlos con nuevos eslóganes. No os extrañe que a partir de ahora en las cajetillas de tabaco, en lugar de: “fumar mata”, se lea: “si fumas irás al infierno”.

Cuando pienso en el infierno, inevitablemente viene a mi cabeza la imagen de un agujero de profundidad inmensurable, en el que las angustiadas almas de los pecadores gritan y se retuercen entre las llamas del fuego eterno.

Es muy probable que esa imagen, digna de El Bosco, se colara en mi libro de historia del arte o en el catecismo, con algún objetivo pedagógico. Supongo que surtió efecto. Memoricé a pies juntillas los siete pecados capitales y los diez mandamientos, aunque no siempre fuera capaz de cumplirlos y no acabase de entender qué quería decir “desear a la mujer de tu prójimo”.

Fue una época entretenida. Siempre a cuestas con el ángel de la guarda, el gusanillo de la conciencia y el ojo de Dios en su triángulo equilátero contabilizando faltas.

Pienso, no obstante, que con los nuevos pecados no estoy en peligro. Hace años que reciclo. La acumulación de riqueza siempre se ha mostrado esquiva conmigo. Y la manipulación genética me cae muy lejos.

Aunque, por si acaso, cualquier día de estos iré a confesarme:

-Padre, confieso que he pecado... ayer salí a cenar con un amigo y... nos tomamos una botella de vino...

-(...)

-sí, Padre, la botella entera... y luego...

-(...)

-pues... nos fuimos de copas.

-(...)

–no, Padre... eso no... con tanto alcohol...


Menos mal que, gracias a Dios, soy atea.

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